Según la Organización Mundial de la Salud, son consumados alrededor de un millón de suicidios al año, cifra que viene siendo mayor a la mortalidad dada por conflictos armados. A tal grado llega la tasa de suicidios en algunos países, que precisa entre las primeras tres causas de muerte en adolescentes y adultos jóvenes entre las edades de 15-25 años. Dentro de los predicadores más importantes que dan como secuela un comportamiento suicida, está precisamente un antecedente de intento de suicidio previo. Aunque esto parecerá lógico, habla mucho acerca de las deficiencias que tienen los tratamientos actuales y de la importancia que tiene mejorar el seguimiento que se les da a estos pacientes.

Sabiendo que el número de intentos de suicidios reportados es menor a la cifra verdadera, se estima que por cada suicidio consumado hay alrededor de 10-40 más intentos fallidos. En promedio,  un 16% volverá a intentar suicidarse y 2% lo logrará, siendo en el primer mes después de un intento de suicidio donde hay mayor riesgo de repetición del evento. Algunos estudios han reportado tasas de repetición del intento de suicidio de hasta un 30% dentro de primer año.

Actualmente no existe evidencia suficiente como para poder determinar cuál es el mejor seguimiento que se les puede dar a pacientes que han intentado suicidarse previamente. En un estudio publicado por BMJ (antes conocido oficialmente como British Medical Journal), el autor Morthorst puso a prueba la eficacia del empleo de un ensayo médico de intervención asertiva para el daño contra uno mismo, o ensayo médico AID por sus siglas en inglés (assertive intervention for deliberate self harm), comparándolo con el tratamiento estándar que se le da a pacientes que intentan suicidarse. Un estudio previo había arrojado resultados prometedores a favor del empleo de la intervención AID, pero el alcance del estudio era limitado. El estudio de Morthorst buscaba dar mayor validez a la eficacia que tiene la intervención AID.

Desafortunadamente, los resultados no pudieron comprobar una diferencia significativa entre el tratamiento estándar y la intervención AID.  Cuando se evaluó nuevamente a los pacientes un año después de su intento fallido, se encontró que en el grupo control un 11% había repetido el intento de suicidio mientras que en el grupo de intervención AID este porcentaje llegó a 16% (con un intervalo de confianza de .95; p=0.22). Todo esto nos lleva a concluir que todavía urge buscar alternativas que disminuyan los intentos de suicidio repetidos.

Autor: Daniel Trujillo

Bibliografía:

  • Morthorst, Britt, et al. ” Effect of assertive outreach after suicide attempt in the AID (assertive intervention for deliberate self harm) trial: randomised controlled trial.” BMJ. 345. (2012). <http://www.bmj.com/content/345/bmj.e4972>.