Tras varias noches de pensar en el futuro, haber hecho decisiones importantes, elegí la oportunidad de venirme a estudiar medicina al ITESM, fue una decisión difícil en la que realicé el análisis más meticuloso de toda mi vida. Recuerdo las mariposas que sentía, esa sensación de nervios de no saber qué hacer, del miedo al futuro y a lo desconocido. Aún las siento. Y es que esta decisión significó sacrificios importantes, y llegar a una ciudad grande como Monterrey te hace sentir solo.

Los primeros días como foráneo fueron difíciles y a la vez emocionantes, comencé a conocer mucha gente; de todos lados y de todos los acentos. Mis días se dividían en conocer cosas completamente extrañas y la otra en recordar lo que deje en Juárez. Estas experiencias son independientes a las del estudio de la carrera de medicina, es más bien mi experiencia como foráneo; tal vez piensen que esto no tiene mucho que ver con el tema, pero cuando eres foráneo la perspectiva de ser estudiante de medicina cambia.

Ahora bien, mis primero días como estudiante fueron de muchas interrogantes, volví a sentir las mariposas en mi estómago, otra vez los nervios. ¿Es lo que en verdad quiero? Ya que es una carrera larga, muchos desertaron las dos primeras semanas. Así pues, seguí teniendo mis clases del programa académico, entre las más difíciles histología y biología celular; estas dos materias requieren de saber aprovechar tu tiempo para leer y entender el tema de manera que a la hora de clase no estés perdido. A mí me costó trabajo “agarrar la onda” con estas materias, ya que no estaba acostumbrado a leer antes de mi clases. En mis primeros quizzes de histología saqué calificaciones que no quiero recordar. Después de los dos primeros quizzes mis calificaciones subieron. Es chistoso como es que mis calificaciones mejoraron al mismo tiempo que el sabor de mis comidas. Los primeros días no me salía la sopa, era algo cuajosa y no tenía muy buen sabor, le faltaba el toque, ahora ya me sabe a comida y me da gusto comérmela; he descubierto que tengo un gusto tremendo por la cocina.

También algo que me convence mucho y me emociona es el año de rotación, donde sales fuera del país a realizar prácticas profesionales. En cuanto al plan de estudios estoy un poco insatisfecho, no en el sentido de que sea malo o no sea lo que espere, si no que me gustaría, al igual que a muchos, ver cuerpos. Pero bueno, este plan ha traído buenos resultados así que no estoy muy preocupado por ello, por lo pronto yo le sigo echando ganas mis clases.

Como yo hay muchos estudiantes de medicina que son de fuera, y saben o conocen al menos que es un poco diferente. He aprendido a administrar mi tiempo, porque tengo que cocinarme y encima lavar los trastes porque, siendo sincero, me da asco que mis compañeros (cabe destacar que comparto la cocina con alrededor de 50 personas) dejen sus trastes ahí que tienen más de una semana sin lavar. He aprendido también a levantarme solo, en esto he batallado, ya que no hay mejor alarma que la suave y dulce voz de mi madre.

He tenido cierta incertidumbre, esa duda que todos tenemos, pero sé que lo que estoy haciendo es lo correcto; sé que todo esto vale la pena. Soy muy joven y tengo mucho que aprender, pero por ahora quiero vivir cada día a tope y creo que todos somos llamados a la felicidad, así que he decidido dejar de preocuparme de las cosas minúsculas de la vida; no me preocupo si algo está saliendo mal, sé que encontraré un equilibrio en el que todo saldrá bien, así como con mis calificaciones y mi sopa.

Autor: Marco Fimbres – Editor: Jenny Salinas