Es probable que como paciente se haya enfrentado a experiencias con médicos que lo han dejado satisfecho tras la consulta o por el contrario, sin ganas de volver a tratarse con ese médico. Esta disconformidad puede ser generada en diferentes etapas de su interacción con el profesional de la salud y puede no ser de mucha importancia pero, ¿qué pasa cuando las cosas escalan y el paciente resulta gravemente perjudicado? La negligencia médica se define como el daño realizado al paciente, ya sea intencionado o no intencionado, por parte del médico o una institución de salud. Este tipo de situaciones suelen tener mayor renombre al hablarse de Estados Unidos por la facilidad de demandar pero de acuerdo con la CONAMED, en el año 2000 se recibieron 1,915 quejas por negligencia médica en México. A pesar de que la cantidad es incomparable con la recibida en el país vecino, es un dato a analizar, debido a que lo ideal sería que no se presentaran demandas y que la experiencia médico-paciente fuera exitosa y benéfica.

La Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CONAMED) fue creada en el año 1996 por decreto del presidente de ese tiempo, el Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León, con el propósito de favorecer la relación médico-paciente y proteger el cumplimiento de sus derechos, verificando que se fomente “el trato digno, los valores, el apego a la lex artis médica y la ética”. De acuerdo con esta institución, los médicos son acusados de negligencia debido a la disconformidad durante la entrevista inicial, con el diagnóstico recibido, con el tratamiento (principalmente quirúrgico), los procedimientos auxiliares, con la relación médico-paciente y la atención recibida durante el parto y puerperio. De estas quejas, el 58% son efectuadas por mujeres, de acuerdo a un perfil realizado entre los años 1996 y 2007.

Las instituciones de salud, tanto públicas como privadas, deben de distinguirse por generar estabilidad y bienestar social al país, aunque algunas veces este propósito falla. La negligencia médica puede ser causada por una situación individual o institucional, por un problema técnico médico o de comunicación, a causa de una complicación en un procedimiento o un error cometido por el médico y los pacientes tienen la capacidad de juzgar cuando algo está bien o está mal porque “es una evidencia que vive la persona en su propio cuerpo”.

Un estudio realizado de las quejas recibidas en la CONAMED testifica que el 50% son precedentes del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el 26% son en contra de servicios médicos privados, el 16% provenientes del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), dejando a la Secretaría de Salud en el cuarto lugar con un 5% de quejas. Demostrando que instituciones públicas y privadas están involucradas en estas situaciones. Del mismo modo, se analizó la incidencia de acuso por negligencia en cuanto a especialidades. La especialidad de ginecología y obstetricia se califica como la más incidente en demandas, obteniendo un 15%, ortopedia y traumatología un 12.5%, urgencias médicas con 10%, cirugía general con un 7.3% y odontología con 7%. Sería pertinente analizar más a fondo la razón de estos porcentajes para determinar durante qué momento de la relación médico-paciente se producen estos descontentos y poder disminuir las cifras.

Ser acusado de haber cometido negligencia es perjudicial tanto para la vida profesional del médico como para su bienestar psicológico, puesto que el daño cometido puede haber terminado en la muerte de un paciente. Se han generado estudios respecto a la reacción emocional que presentan los médicos tras ser acusados de negligencia. Refieren que pasan por tres etapas: el impacto inicial, conflicto interno y resolución del conflicto. Por parte del paciente como de sus familiares, también pueden enfrentarse a un gran sufrimiento a costa de un incidente médico. Las dos partes de la relación médico-paciente resultan afectadas.

Es imprescindible tener registros de todos los procedimientos realizados al paciente, desde su historia clínica completa con la cita exacta de lo que mencionó en su motivo de consulta, hasta los exámenes que le fueron realizados y una documentación de demás procedimientos. Esto para que el médico tenga manera de testificar que hizo bien el trabajo. Otro punto importante que se debe de mejorar es la cuestión de la comunicación. Comunicar incluye más que palabras intercambiadas, el tono de voz, los gestos realizados, la postura del remitente y sus expresiones faciales pueden decir más de lo que se intercambia oralmente. Fortalecer este aspecto puede resultar tan importante como la preparación educativa que requiere un médico para ejercer, es una competencia que le da la oportunidad de demostrarle al paciente que tiene la capacidad de ayudarlo y que su fin primordial es proteger su salud.

Autor: Valeria Leal Isla – Editor: Olga Santín

Bibliografía: