La historia dentro de la historia y el valor de la confianza.

“Escribir es un acto solitario con repercusiones públicas” CAZZ

Dedico este artículo a Roberto Cavazos Huerta y a toda su familia en agradecimiento sincero por su amistad y confianza.

¿Qué sentido tiene escribir? Escoger letras, formar palabras, vestir con oraciones las ideas, describir las emociones que en el laberinto cotidiano nos envuelven.

Yo creo que la literatura es una conversación escrita, una especie de búsqueda personal, una oportunidad de indagar a través de los símbolos del lenguaje, los secretos de la condición humana. Me parece; además, que las palabras entretejen paisajes de conocimientos y emociones, que pueden disfrutarlos todos, pues todos en el fondo tenemos algo que contar, o necesitamos que nos cuenten algo. Letras, números y notas, de todas ellas surgen las palabras, las fórmulas matemáticas, o la melodía que nos sorprende. Creo que cada quien puede encontrar la verdad y la belleza a su manera, a mí me gusta encontrarlas a través de las palabras.

En estas divagaciones y desvelos transita mi consciencia, y vuelvo a preguntarme: ¿Por qué escribir? ¿A quién pudieran interesarle las nubes que envuelven a mis sueños? No lo sé, pero si la vida es un instante y un instante es un suspiro, a lo mejor escribir es una forma de existir.

Últimamente me cuesta mucho trabajo entre tanta ansiedad y distracción, encontrar la soledad, lugar, aislamiento, tema, idea, emoción e inspiración para transmitir lo que alimentan mis vivencias día con día. A pesar de todo, en la medida de mi circunstancia y mis esfuerzos, hago el intento por compartirte una historia que es parte de otra historia y luego, te propongo que hagamos un ejercicio reflexivo circular sobre el valor de la confianza.

La historia dentro de la historia.

Myriel era un obispo de un poblado francés que se atrevió a dar cobijo al preso número 24601, quién después de ser castigado con una pena desproporcionada al delito cometido (robo con fractura de noche y en casa habitada, es decir, romper un cristal de una panadería para alimentar a unos niños hambrientos) y haber permanecido en prisión durante diecinueve años, se había convertido en un ser humano despreciable, lleno de odio y maldad. Aquí viene la parte interesante.

A la mitad de la noche, escapa de la iglesia y roba unos cubiertos de plata. En su fuga es descubierto por las autoridades que lo llevan ante el obispo, y éste, en un acto de bondad extrema, lo salva, diciéndole a la policía que no sólo le había regalado los cubiertos para empezar una nueva vida, sino que además, había olvidado llevarse dos candelabros de plata. Es éste episodio de inesperada humanidad, amor y perdón, cuando sucede algo extraordinario en el personaje que comento. Una vez que se retiran las autoridades, el obispo lo abraza y le dice: “Con ésta acción te estoy comprando el alma, espero que encuentres el perdón y la esperanza y que dediques tu vida a hacer el bien a los demás”.

Es a partir de ahí, que sucede una transfiguración, una transformación tan profunda de la que no está exenta ningún ser humano, donde se inicia el camino hacia el descubrimiento del bien, la confianza, la esperanza y  redención.

El valor de la confianza

Yo creo que todos los seres humanos en esencia están llamados a la grandeza y  la virtud, y que en todo momento, se debe tener consciencia de la libertad de acción ante las circunstancias que nos rodean. No tengo duda que el entorno y los golpes de la vida influyen poderosamente en nuestra conducta, pero depende de nosotros la elección para escoger la ruta que ha de guiarnos en la vida.

El primer sitio, donde se  genera la confianza,  es en nuestra propia familia. Son nuestros padres con su amor y formación básica los que alimentan la seguridad y la autoestima. El segundo sitio, son nuestros maestros, que con su ejemplo y actitudes van desarrollando la fe en uno mismo, descubriendo nuestros talentos y cultivando nuestras potencialidades. También es importante la sociedad en su conjunto, a través de ella vamos caminando, y al caer y levantarnos, nos arropa y da calor, demostrándonos que nunca estamos solos y que la vida es plena cuando se transita acompañado.

Sería muy bueno que nos detuviéramos un poco y revisáramos en detalle ¿Qué estamos haciendo a través de la confianza? ¿Cómo influyo en mis hijos? ¿Dónde está esa confianza que necesitan para crecer? ¿Dónde está el nivel de su responsabilidad? Puede ser en proyectos, alumnos, personas, pero siempre preguntarnos: ¿Dónde está ese poder que tengo de transformarlos con el simple hecho de creer en ellos? La confianza cuando se da, eleva a las personas, y ¿qué crees? lo eleva a uno mismo. De esta manera, dar y recibir confianza nos permite abrirnos al amor, al perdón, y nos brinda el acceso a un par de alas que nos impulsan a volar a horizontes inimaginables.

La confianza se deriva del amor, es el pilar de la autoestima, es el cimiento de cualquier relación humana, ya sea de padre a hijo, entre amigos, parejas, organizaciones y hermanos. La confianza transforma a las personas, y nos transforma a nosotros mismos. Myriel confió en Jean Valjean, ojalá hubieran muchos Myriel y muchos Jean Valjean. Espero que hayas descubierto de donde vienen estos personajes.

La historia de Jean Valjean en “Los Miserables” es parte de una novela infinita, es la historia de la vida. A veces pienso, que la humanidad desde un principio, no es más que tres o cuatro historias entrelazadas y eternamente repetidas, en donde se desenvuelven en  forma impredecible la grandeza y la miseria humana.

Me despido, no sin antes compartirte otra reflexión. Me gusta leer y escribir porque es una especie de ejercicio mental y una distracción balsámica. Me relaja y entusiasma la idea, de que eventualmente al abrir las ventanas de mi casa, que es mi alma, alguien esboce una sonrisa y pase mejor su día.

Afectuosamente su amigo:

Carlos A. Zertuche Zuani