Se dice que el Homo sapiens  se encuentra en  la cúspide de la pirámide de  la familia Hominidae, haciendo alusión al grado evolutivo. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que  los Pan Troglodytes, es decir nuestros primos hermanos mejor conocidos como chimpancés, tienen  mayor cantidad de mielina al nacimiento que un cerebro humano, lo cual puede ser determinante para desarrollar enfermedades psiquiátricas a temprana edad. (1)

Los seres humanos tienen un pico de desarrollo de mielina en la infancia; cuando se llega a  la adolescencia se mantiene una constante basal y dicha latencia puede llegar a durar hasta la adultez temprana (a los 30 años). En contraparte, los chimpancés nacen con más fibras mielinizadas; no obstante la madurez sexual es un agente  predeterminante para el cese de producción de mielina. La edad aproximada en donde se detiene su producción es  a  los 12 años.  (2)

Lo anterior es un indicativo que Neurocientíficos del Instituto  Bethesda en Maryland ,EUA,  han encontrado para hacer una relación entre el desarrollo de mielina y la presentación de enfermedades psiquiátricas a temprana edad. Es decir, el proceso fisiológico del desarrollo de mielina en el ser humano es un factor relevante para poder  generar la capacidad de adaptación;  empero esta pasividad en la madurez neuronal nos permite involucrarnos en el quehacer cotidiano, permitiendo que diferentes estímulos tanto ambientales como genéticos predispongan de nuestras actitudes. (2)

Por  otro lado la  peculiar y exclusiva  forma de producir nuestra mielina, también nos ponen en riesgo de presentar trastornos conductuales. Durante el periodo de la adolescencia, el cerebro humano  no está del todo protegido con fibras mielinizadas (etapa de mielinización retardada)  provocando  que factores contextuales y circunstanciales puedan llegar a afectar de manera directa nuestro Sistema Nervioso Central y así desencadenar  enfermedades como  depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar, etc. (2)

Este tipo de investigaciones comparativas entre miembros de una misma familia  animal, permite analizar el mecanismo evolutivo que ha tenido la especie. No cabe duda que la evolución per se, ha determinado el lugar del ser humano en la pirámide trascendental, ayudados  del  moldeamiento continuo  de nuestro genoma que ha  permitido que enfermedades, sobre todo de origen psiquiátrico, se presenten cada vez más y sobre todo en edades más precoces.  Con esto podemos resolver la pregunta del título, a la cual la respuesta es SÍ, estamos más locos que un chimpancé.

Autor: Rebeca Pichardo

Bibliografía: