El gato, como animal doméstico, se cree que ha existido desde los años 7,500-7,000 a.C. Ha sido un icono muy importante en culturas como la egipcia, griega, oriental y en la edad media, ya que lo han considerado un símbolo representativo de protección, magia, deidad, belleza, fortuna o, por lo contrario, demoniaco y brujería. Actualmente es una mascota muy querida por cierto tipo de personas, pero este animal es un portador característico de la bacteria llamada Bartonella henselae. En este artículo, se expondrá una breve historia sobre las investigaciones que han proporcionado el conocimiento que se tiene acerca de este bacilo, seguido se hablará sobre algunas características que le permiten infectar al humano y, a la postre, se comentará sobre sus posibles manifestaciones como agente patógeno.

La situación que desencadenó el interés por investigar a la especie Bartonella como agente causal de verrucomas, de los que se tenía noción desde los siglos IV-VII d.C., es la auto-inoculación realizada por el Dr. Carrión, de este microorganismo (el cual aún no se había identificado) proveniente de un paciente del Hospital Dos de Mayo en Perú, para poder analizar cómo se desarrollaba esta manifestación en su propio cuerpo. El Dr. Carrión comprobó, en 1885, que la bacteria es culpable de una enfermedad febril y anemizante que acompaña al verrucoma. De esta manera, señaló que lo que se pensaba como fiebre de la Oroya y verruga peruana eran manifestaciones con el mismo origen. A pesar de que poco después de su hallazgo prosiguió tanto la enfermedad que fue llevado al Hospital Maison de Santé para que le transfundieran sangre, cayó en coma y murió, sus descubrimientos fueron transcendentales porque inspiraron a nuevos científicos a continuar su investigación.

En 1898, el investigador Odriosola describió a los verrucomas como “pequeños sarcomas fibrosos” y no fue hasta 1909, que el médico-microbiólogo Alberto Barton descubrió el agente etiológico de la “Enfermedad de Carrion” en eritrocitos infestados; confirmando la fase anémica de la enfermedad. A este patógeno se le bautizó como Bartonella bacilliformis en su honor; más tarde se encontraron otras especies. Al principio, se consideró a Bartonella dentro del género Rickettsia pero, en 1922, estudios taxonómicos realizados por Mackenie y Telémaco Battistini, basados en el gen 16S del rARN, las incluyeron en el subgrupo de las proteobacterias. Siete años más tarde, el médico-microbiólogo Luis Alana planteó la teoría paraglobular del complejo hematíe-Bartonella, que contrastaba con la teoría endoglobular antes propuesta por Barton. Otro develamiento del modus operandi de Bartonella, fue descubierto por Weiss, el cual consiste en la conceptualización de dos fases de enfermedad: la fase anemizante como una inmunodeficiencia temporal, y la fase de erupción verrucosa al recuperar la capacidad inmunitaria. Después, en 1992, se descubrió que Bartonella tiene la capacidad de transformar células histioides en células endoteliales, lo que explicó la formación del verrucoma.

Bartonella es un microorganismo perteneciente al reino de las bacterias, de filo proteobacteria, de la clase alfa (con la característica de ser un patógeno intracelular), en el órden de Rhizobiales (por su capacidad de fijar nitrógeno y su relación con raíces de plantas), es el único miembro de la familia Bartonellaceae, del género Bartonella y cuenta con 24 especies reconocidas hasta ahora, de las cuales: baciliformis, clarridgeae, elizabethae, grahamii, henselae, quintana y vinsonii (arupensis, berkhoffii y vinsonii), infectan humanos y han ido adquiriendo importancia por su reconocimiento como agente etiológico de diversas enfermedades potencialmente mortales.

Este bacilo aerobio, intracelular facultativo y teñido como Gram negativo, consta de un periodo de incubación de 3-20 días en humanos. Es capaz de moverse gracias a sus flagelos unipolares, que fueron detectados por los doctores Pérez-Alva y Giuntini utilizando microscopía electrónica en 1957. Su motilidad flagelar, junto con la proteína deformina, le facilita el ingreso a los eritrocitos para comenzar la primera parte de su comportamiento bifásico: la hemática. Durante esta fase, los hematíes del hospedero son sujetos a hemólisis. Por este medio, Bartonella sale de los eritrocitos para mudarse a células endoteliales y comenzar la fase histioide, en las que promueve la secreción de IL-6, IL-8 y IL-10, ocasionando inflamación y proliferación endotelial. Específicamente las especies henselae y quitana, son productoras de una sustancia antiapoptótica y liberan factores de proliferación vascular (VEGF) que propician la vascularización de verrucomas.

A continuación, se da un enfoque específico a las manifestaciones causadas por Bartonella henselae, la cual usa como vector a la pulga Ctenocephalides felis, que infecta al gato doméstico y lo convierte en reservorio primario, por lo que se incrementa el riesgo de infección en humanos debido a la acostumbrada interacción que se tiene con estos animales.

  • La Enfermedad por arañazo de gato, que también se puede adquirir por su mordedura, es de las causas más frecuentes de linfadenopatía crónico benigna en niños y jóvenes. Consiste en la inflamación dolorosa de ganglios linfáticos, acompañada de fiebre, ataque al estado general, exantema y artralgias. Éstos se curan de manera espontánea después de algunos meses.
  • La Peliosis hepátis es una lesión parenquimatosa en la que se muestra proliferación vascular y dilatación de los sinusoides hepáticos. La acompañan síntomas digestivos, hepatoesplenomegalia y tiene un riesgo muy alto de sangrado hepático. Tiene mayor incidencia en inmunosuprimidos.
  • La Angiomatosis Bacilar es causada por un proceso proliferativo vascular que ocasiona pápulas y ulceraciones que sangran con facilidad. Pueden afectar piel, mucosas, médula ósea, bazo, hígado y huesos. Debido a que la mayoría de los casos se presentan en pacientes VIH positivos con cuenta leucocitaria menor a 100 células/mm³, debe de hacerse diagnóstico diferencial con sarcoma de Kaposi.
  • La bacteriemia persistente (crónica) causa síntomas generales como mialgia, artralgia, ostealgia, diaforesis profusa y lesiones por rascado. Es menester su tratamiento debido a que incrementa el riesgo de que el paciente desarrolle una endocarditis.
  • La Endocarditis por B. henselae se presenta en el 20% de los casos de infección y representa la bacteria más frecuente encontrada Endocarditis con cultivo negativo junto con Coxiella burnetti.
    Para identificar a Bartonella henselae, se realiza un cultivo en agar sangre o agar chocolate a 35ºC en presencia de CO2, para observar colonias en “forma de coliflor” después de un promedio de 9-10 días de incubación. También se pueden emplear pruebas serológicas, como Inmunofluorescencia Indirecta (IFI) y ELISA, detección de gen codificador para proteína HtrA con PCR o por medio de un examen histopatológico de biopsia que revela masas de bacterias al utilizar la coloración de Warthin-Starry. Como opciones de tratamiento se presenta la tabla siguiente, que incluye opciones activas tanto para B. henselae como para manifestaciones por otras especies.

Aunque se caracteriza al gato doméstico como reservorio primario de Bartonella henselae, no se limita a ser transferida únicamente por este animal, sino que también puede encontrarse en perros, vacas, ardillas, ratones, e incluso canguros. Debido a que otras especies de Bartonella también pueden causar manifestaciones similares, es necesario detectar los síntomas para iniciar tratamiento a pesar de que no se sepa cuál fue el vector de contagio. Se ha detectado que en México cerca del 20% de los gatos son serotipopositivos para B. henselae y afecta principalmente a los gatos jóvenes. Una manera de prevenir la infección por esta bacteria es alejarse de los gatos de procedencia desconocida para evitar ser arañados o mordidos, ya que aún no se tiene una vacuna contra este patógeno. Victor Hugo dijo: “Dios hizo el gato para ofrecer al hombre el placer de acariciar un tigre.” y gracias a Bartonella henselae, este felino domesticado ha adquirido un tinte de peligro para el ser humano que te hará dudar si deberías acariciarlo con tanta confianza.

Autor: Valeria Leal Isla – Editor: Olga Santín

Bibliografía:

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