La atresia traqueoesofágica es una alteración anatómica del esófago y la tráquea, al no lograrse una correcta división de estos dos conductos por el tabique traqueoesofágico, causando que la luz “se encuentre interrumpida” (García, Gutiérrez 2011). A pesar de que es una malformación que puede repararse por una cirugía poco riesgosa, es importante estudiarla para descubrir cuáles son las causas de este problema con el fin de prevenirlo, eliminando cualquier dificultad que pueda tener el recién nacido. Su “incidencia es de uno por cada 2,200 a 4,500 nacimientos y la solución quirúrgica para el problema se conoce como el epítome de la cirugía moderna” (Spitz 2007). En este artículo se explicará en qué momento embrionario surge este padecimiento, de qué manera se puede detectar, las diferentes variaciones de la atresia, cómo solucionarla y, a la postre, cuáles son las consecuencias de esta alteración.
La atresia traqueoesofágica es una anomalía formada en la tercera semana del periodo embrionario. Para entender en qué punto del desarrollo ocurre, se debe de conocer el desarrollo normal del esófago y la tráquea. A continuación se describen los pasos concisos por lo que esto ocurre.
- El mesodermo produce cantidades altas de ácido retinoico que se acumula e induce al endodermo del tubo intestinal a expresar el Factor de Transcripción TBX4. Éste, provoca la aparición de la yema pulmonar.
- La yema pulmonar, que se comunica con el intestino anterior, comienza a formar crestas traqueoesofágicas en ambos lados del conducto.
- Estas crestas crecen lo suficiente para fusionarse en el centro y crear el tabique traqueoesofágico, que divide el conducto en una parte dorsal, el esófago, y una parte ventral, la tráquea.
- El esófago se comunica con la cavidad faríngea y estomacal, mientras que la tráquea se comunica superiormente con la cavidad faríngea por medio del orificio laríngeo y comienza la formación del árbol bronquial en la parte inferior.
El punto crucial de este procedimiento es la división exitosa del conducto por parte del tabique traqueoesofágico. Por lo contrario, se forma una atresia traqueoesofágica de algún tipo. “Casi un tercio de los niños afectados son prematuros” (García, Gutierrez 2011).
La presencia de fístulas traqueoesofágicas (FTE) o bolsas ciegas son los factores determinantes para que exista variabilidad en la manera que se presenta esta condición. Las cinco maneras diferentes en las que se puede expresar la atresia se presentan a continuación:
- Variante A: En este caso, no se presenta FTE, sino que comprende la formación de dos bolsas ciegas, en el extremo superior e inferior del esófago. El beneficio de esta atresia es que la tráquea permanece ilesa al no presentar unión con el esófago pero, en contra parte, el esófago queda más corto. Esto implica mayor dificultad para repararla.
- Variante B: Este tipo comprende una incidencia del 90% de los casos de atresia y se caracteriza por la formación de una bolsa ciega esofágica superior, acompañada por una fístula con unión a la tráquea en el extremo inferior del esófago.
- Variante C: Este tipo forma una FTE y una bolsa ciega pero, a diferencia de la variante A, su localización es superior e inferior, respectivamente.
- Variante D: Así como se habló de una doble bolsa ciega en la variante B, este tipo presenta una doble fístula traqueoesofágica; en el extremo superior e inferior.
- Variante E: A esta variante se le conoce como atresia traqueoesofágica tipo H, sin fístula. Lo particular de ésta es que presenta una comunicación abierta con la tráquea y continuidad en el esófago.
- Variante F: no es precisamente una fístula pero dado que también representa una obstrucción o irregularidad en el paso esofágico, se incluye como variante. A ésta se le conoce como estenosis esofágica congénita.
Debido a que no se puede predecir si un feto tiene predisposición a formar atresias, con menor razón se puede inferir la variante que se expresará. Es importante distinguir el tipo de atresia cuanto antes para poder aproximarse al problema, así como resolverlo exitosamente; lo anterior se puede lograr realizando un ultrasonido obstétrico después de la semana 18. Al momento del nacimiento, pueden ir apareciendo síntomas como salivación excesiva, tos, dificultad respiratoria (ocasionados por el paso de saliva y jugo gástrico hacia las vías aéreas) y distensión abdominal. Otros síntomas del lactante incluyen la presencia de tos durante la alimentación, neumonía recurrente, cianosis, distensión abdominal intermitente y flatulencia (García, Gutierrez, 2011).
La atresia traqueoesofágica forma parte de la asociación VACTERL, ya que presenta complicaciones en la tráquea, esófago, extremidades (a causa del polihidramnios ) o defectos cardiacos, que son los más comunes con una incidencia del 35% (García, Gutierrez 2011). A razón de esto, es imprescindible que se atienda la atresia, así como los demás problemas que la acompañan.
En el artículo “Atresia Esofágica y Fístula Traqueoesofágica: Evolución y Complicaciones Postquirúrgicas”, escrito por el Dr. Velázquez para la Revista Médica Chilena, se analiza una investigación sobre la incidencia de nacimientos con atresia traqueoesofágica en el Hospital Pediátrico de Holguín. El artículo muestra de qué manera ha mejorado la tasa de supervivencia desde que se realizó la primera anastomosis del esófago interrumpido en el año 2003, por el Dr. Cameron Haight de la Universidad de Michigan. Actualmente, en el hospital, la tasa de supervivencia se encuentra entre el 70% y 90% de los casos, pero hay una decadencia de estos porcentajes en caso de prematurez, bajo peso, neumopatías, o malformaciones asociadas que generan mayor complicación (Fierro 2002). En el Hospital Pediátrico de Holguín, como en muchos otros, la atresia esofágica es la malformación congénita más común. “Actualmente, la mortalidad por atresia de esófago es un indicador de la calidad de atención en las unidades de cuidados intensivos neonatales” (García, Gutierrez 2011). Con ayuda de nuevas tecnologías y técnicas quirúrgicas este problema se ha podido tratar y ha tenido resultados favorables.
“En México nacen aproximadamente 2 millones de niños por año, se estima que cada año hay entre 500 y 600 casos nuevos de niños con atresia de esófago” (Nieto, 2007). No se conoce a ciencia cierta la causa exacta para esta anomalía, por ello, no se puede definir cómo prevenir este defecto. A pesar de que se repara con una cirugía sencilla, la medicina moderna busca evitar lo más posible la intervención quirúrgica, ya que el hecho de tener que incidir de esa manera se considera un fracaso del médico por no haber previsto el problema desde antes. Se espera que en el futuro se pueda detectar la causa de la atresia traqueoesofágica para lograr precisar el método de prevención adecuado y eliminar cualquier riesgo que pueda tener el bebé al nacer.
Autor: Valeria Leal Isla – Editor: Olga Santín
Bibliografía:
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