Vivimos en un mundo globalizado donde las fronteras parecieran casi desaparecer, el conocimiento se genera a una velocidad superior a la que podemos integrarlo a nuestra vida y rápidamente puede llegar a volverse obsoleto. Desde edades muy tempranas la mayoría de nosotros hemos tenido acceso a sistemas de información de alta calidad y confiabilidad, sin embargo seguimos en un mundo donde tener acceso a la información no significa necesariamente tener acceso a una buena educación.  Nuestra vida en ocasiones gira tan  de prisa que podemos llegar a  sentir que nuestro tiempo se acaba; existen muchas personas que viven en piloto automático sin darse cuenta de todo lo que pasa frente a sus sentidos, no se detienen a reflexionar sobre lo que ven, lo que sienten y lo que piensan de lo que pasa a su alrededor.  La mente humana moderna evoluciona y se ha vuelto experta en ignorar en su frenético movimiento, las cosas buenas y malas que nos rodean.

A pesar del ambiente global político, económico y ambiental que nos toca vivir en el siglo XXI,  como seres humanos  seguimos teniendo como parte nuestras habilidades cognitivas superiores, un valor, una herramienta que ha servido a la humanidad  para crear, modificar, sobrellevar, reparar y transformar lo que nos ha tocado vivir en la historia, y me refiero en esta ocasión a la fe.  La fe como una herramienta poderosa de creer en nuestras capacidades y en la de los demás de cambiar el ambiente donde coexistimos como sociedad.

Hace unos años atrás en 1996, cuando entré a esta institución como alumno, escuché la Misión del ITESM y me gustó mucho este fragmento: “formar personas comprometidas con el desarrollo de su comunidad para mejorarla en lo social, en lo económico y en lo político”. Estas palabras, debo confesar, fueron poderosas y me inspiraron para trabajar y ser lo que soy hoy en día. Actualmente algunas palabras de la misión han cambiado, sin embargo el espíritu es el mismo.  Al compartir contigo estas líneas, querido alumno o profesor, quiero decirte que para lograr  cambios grandes o pequeños que sean de beneficio para todos en nuestra escuela de medicina, en esta ciudad o en el mundo entero; no avanzaremos mucho entrelazando bonitas palabras, ni estableciendo reglas estrictas; tampoco haciendo el camino educativo difícil o complicado. Para lograr nuestra misión, es necesario establecer un trabajo en equipo donde cada integrante de esta comunidad se comprometa a realizar la parte que le toca responsablemente. Tengo fe, creo que es posible,  tenemos alumnos y profesores que son personas con grandes talentos, capacidades y valores; por lo tanto todos los ingredientes para  lograrlo.

Como parte de esta comunidad académica lanzo esta convocatoria:

La comunidad académica EMYCS  necesita  más  hombres y mujeres que no se vendan ni se compren, hombres y mujeres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas, hombres y mujeres que no teman dar a la corrupción y a la deshonestidad el hombre que le corresponde; hombres y mujeres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres y mujeres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos.  (Adaptación del libro La Educación p. 57, año 1894 E.W.)

Si estás interesado en ser parte de nuestro equipo, favor de compartir este mensaje.

Autor: Dr. Ismael Piedra Noriega