Desde 1920 se ha ido acuñando el término “efecto del halo” que se refiere a un sesgo cognitivo basado en la percepción general que se tiene sobre un individuo, influenciado así la opinión que tenemos sobre sus cualidades y carácter. En pocas palabras, quiere decir que si la primera impresión que tenemos sobre una persona es muy buena, va a ser difícil que cambiemos nuestra opinión sobre ella; por lo tanto va a ser como si pusiéramos un halo en su cabeza.

Este término fue introducido por primera vez por el psicólogo Edward Thorndike en su estudio “The Constant Error in Psychological Ratings”, en el cual se pretendía demostrar que dependiendo de cómo se percibía el desempeño de una persona en cierta área, se iba a juzgar su desempeño en las demás. En su experimento le pidió a Oficiales al Mando en la milicia que evaluaran ciertas cualidades de sus subordinados como liderazgo, apariencia física, inteligencia, lealtad y confianza. Los resultados obtenidos fueron que los individuos que fueron evaluados positivamente en una cualidad particular se correlacionaba con evaluaciones positivas en las demás características.

En la vida real esto pasa todos los días, cada que conocemos a una persona, la impresión general que tenemos sobre ella va a regir la manera en que percibimos su carácter, personalidad y habilidad para realizar ciertas cosas, o desenvolverse en un medio.

Por ejemplo, consideremos evaluar 3 características sobre una persona “A”: desempeño académico (azul), rendimiento deportivo (verde) y habilidades musicales (morado). En esta gráfica se puede ver que “A” tiene un desempeño académico promedio, un bajo rendimiento deportivo y muy buenas habilidades musicales.

Sin embargo, si al momento de conocer a “A” nos creamos una excelente impresión general sobre ella, nuestra opinión sobre su desempeño en las demás áreas a evaluar también va a ser excelente. A esto se le conoce como el efecto del halo.

Por otro lado, este sesgo cognitivo también funciona de manera opuesta: Si la impresión general de una persona no es buena, nuestra percepción sobre sus demás características va a ser negativa.

El efecto del halo también es aplicado como una ciencia de la atracción, ya que si una persona es considerada como atractiva se le tienen a atribuir otras características como inteligencia, conocimiento profundo de cualquier tema que presente, honestidad, popularidad, entre otras. Funciona de la misma manera para las celebridades: es la base de las técnicas de mercadotecnia actuales, y la razón principal por la que George Clooney vende café.

De la misma manera, según El Economista, también funciona para los negocios. Cuando a una empresa esta en auge, tendemos a inferir que tiene una muy buena estrategia, un Director ejecutivo muy capaz y personal motivado; sin embargo, en el caso contrario se cree que la estrategia no fue la más adecuada, el director ejecutivo no lo pudo implementar y el personal está desmotivado. Cuando en realidad lo que sucede es que se juzga lo particular en base a la percepción general que se tiene sobre la empresa, sin apreciar correctamente su desempeño en las áreas mencionadas.

El efecto del halo, como es una cuestión de percepción social, puede servir para explicar muchas de las tendencias de la actualidad en vista de que es aplicado en áreas como negocios, técnicas de mercadotecnia, relaciones personales y recursos humanos; así que la próxima vez que conozcas a un persona capaz de hacerlo todo bien, o todo mal, recuerda que puede que éste efecto tenga algo que ver en tú percepción de una persona y no tanto a la persona en sí. Como suelen decir, las primeras impresiones, si importan.

Autor: Lizeth Martínez – Editor: Gina González

Bibliografía: