Te presentamos al EMIS de la semana, Rodrigo del Toro, residente de pediatría.

¿Qué haces en tu tiempo libre?

Durante el periodo de la residencia a veces es un poco complicado encontrar el suficiente tiempo libre para hacer todo lo que uno quisiera, sin embargo, siempre deben haber prioridades. Para mí, mi familia, mis amigos y mi persona son quienes comparten la mayor parte de mi tiempo. Estar para y con mis personas más cercanas es algo que me mantiene cuerdo y con toda la energía de seguir creciendo cada día hacia la persona que siempre he querido ser. El estar, de manera física y mental, con las personas que están a mi alrededor es algo que disfruto hacer, sea para ver la televisión, cenar algo, lo que sea. Asimismo, me gusta tomar una parte de mi tiempo libre y dedicarla a mí mismo, a regalarme un momento de tranquilidad, celebrando logros y anécdotas del diario, ya que a fin de cuentas, sólo uno entiende realmente lo que ha costado. Un par de audífonos y buenas canciones son una gran compañía.

¿Qué es lo más difícil que has vivido durante la carrera?

Sin duda, el estar lejos de casa y sin la posibilidad de ver a mi familia tanto como yo quisiera. Estoy por cumplir 11 años en Monterrey, lejos de mis padres y mi hermano. Cada vez que voy a visitarlos, se ve que el tiempo sí pasa, a pesar de que yo viva el día a día en el hospital. He tenido que crecer y hacerme responsable de mi persona. Crecer y madurar lejos de casa y forjar una actitud adecuada para quien quiero ser. Afortunadamente, he encontrado personas que me han acompañado en este camino, quienes están en todo momento para hacerme sentir en casa, mi Monterrey querido.

El ser parte del grupo de acción en una pandemia no es sencillo, igualmente. El conocerte como un riesgo para tu familia y tus amigos y tener que estar aislado de ellos es algo muy complicado. Actualmente, en la crisis de salud global en la que nos encontramos, es el mejor momento para demostrar de qué estamos hechos, que los médicos somos íntegros, que no nos rajamos, pero más que nada, que somos humanos. Estar en la línea fronteriza de batalla no es sencillo, estar marcados por los lentes de protección, aunque esas marcas se llevan con orgullo, como dice un gran maestro.

¿Por qué escogiste a la EMIS para realizar tus estudios?

Aún recuerdo que me hicieron esa pregunta en el 2010 que vine por primera vez a Monterrey, a mi entrevista, con el Dr. Sadot Zúñiga, profesor de Anatomía en Básicas. En ese momento estaba todo nervioso y estoy seguro que no supe ni expresar lo que en realidad quería decir. En fin, siempre quise estudiar en una escuela que fuese compatible con el nivel de exigencia personal que tengo, ya que mis padres siempre me enseñaron a aspirar a más. A pesar de que la carrera de Medicina se ha consolidado como una carrera tradicional, la EMIS me ha ofrecido durante estos 10 años, una educación que está a la vanguardia tecnológica y científica, que me ayuda a buscar y crear nuevas soluciones para mejorar la esperanza de vida del paciente enfermo. Además, claro, los convenios y oportunidades que te ofrecen a nivel mundial te permiten ampliar el panorama.

Una frase o anécdota que te represente

“Decide what it is you want.

Write that sh*t down.

Make a f*cking plan.

And…

Work on it.

Every.

Single.

Day.”

“You must expect great things of yourself before you can do them.”

¿Cuál es tu meta en la vida?

Mi meta en la vida es trascender. Hacer una diferencia en la vida de las personas, de manera positiva. Poder tocar el corazón de la gente, siendo genuino. Lograr marcar a aquellas personas que lo permitan, siendo un buen desconocido, vecino, amigo, hermano, maestro o médico. Vivir plenamente en este mundo terrenal, que es sólo temporal, por lo que trascender en la vida y mente de las personas que me rodean, esa es la meta.

¿Qué cualidades crees que son las más importantes para ser un buen doctor?

Primero que nada, ser una persona con valores. Desde mi punto de vista, debe de ser una persona cuya vida se vea regida por la honestidad, la perseverancia y las ganas de ayudar. Sí, aquello que todos dicen al entrar a la Escuela de Medicina de “ayudar a los demás”, es cierto. Pasarás horas enteras, noches completas, días festivos y fines de semana haciéndolo, por lo que debe ser algo que te apasione y te llene. Debe de ser una persona determinada, pero sobretodo, debe de ser una persona humilde y de buen corazón; las personas buscan de ti en su estado más vulnerable, necesitan a alguien inteligente, resolutivo, coherente y brillante pero encima de todo, a alguien humano.

¿Qué consejo le darías a alguien que está aplicando para una residencia?

Hazlo. Disfrútala, por más difícil que parezca, porque en realidad, es una de las mejores experiencias que he tenido hasta el momento. Es difícil, es pesado, pero vale la pena cada segundo. Sé curioso, estudia todo lo que puedas, aprende de todas y cada una de las personas a quien tengas el honor de atender y ve a casa diario sabiendo que aprendiste algo nuevo. AGRADECE a tus pacientes, porque son ellos quienes te están formando. Prepárate como nunca, porque es el momento en el que te estarás forjando como el especialista que serás toda tu vida. Pero también cuídate a ti mismo, uno no puede hacer el bien si no se siente bien. Cuida tu salud física y mental; cuida a tu familia y a tus amigos, que ellos también están sucediendo al mismo tiempo. Regálate un tiempo para estar con ellos y para estar contigo, porque el tiempo vuela. Se vale hacer pausas y pedir recesos, pero no rendirse, mantén la cabeza en alto y con la meta bien clara; cuando menos te lo esperas, empiezas a acercarte a ella.

¿Cómo te decidiste por tu especialidad?

Desde el inicio de la carrera estaba seguro de que quería ser Pediatra, jamás quité esa meta de mi mente y ahora estoy muy próximo a lograrlo. Es una especialidad que requiere de mucha paciencia, ciencia y al mismo tiempo mucho corazón. Te dedicas a ver a los seres humanos más desprotegidos, sin embargo, con las más grandes  y fuertes ganas de vivir de todos. Al estar con un chaparro enfermo, es imposible no notar la fragilidad de la vida, sin embargo, al mirarlo a los ojos encuentras la esperanza, las ganas de seguir adelante para seguir jugando y sonriendo. Por eso me decidí por Pediatría, para luchar por regresar la salud a esos ojos, que son, ciertamente el futuro de este país, aquél que hoy más que nunca requiere de personas sanas, felices y con esperanza; se debe luchar por mantener a los niños como el motor de la sociedad.

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