En fechas recientes, el Parlament de Cataluña aprobó entre vítores la resolución independentista de la provincia. Dicha resolución fue rechazada días después por el Gobierno y e impugnada ante el Tribunal Constitucional. Mariano Rajoy, a cargo del Ejecutivo, acusa a la declaración catalana de ser anticonstitucional y una amenaza en contra de la democracia; en sus propias palabras, representa la “vulneración evidente del núcleo esencial de la constitución española” y ataca los derechos de los ciudadanos de toda España y en especial de los catalanes. Acusa a la petición de tener intentos de regresión histórica que la España contemporánea ha dejado atrás. Asimismo, en la firmeza de su respuesta advierte al Estado Catalán debe someterse al autoridad del Gobierno, de lo contrario los políticos podrán ser remitidos de sus funciones. Dichas medidas, asegura el presidente Rajoy, están basadas en la defensa de un país producto de la convivencia y la democracia, y el intento independentista sólo busca quebrar la España de hoy. Ante tal respuesta, la Cámara Catalana acusa al Ejecutivo de violentar la clara voluntad de los catalanes de separarse de España y significa una ofensa contra la autonomía nacional histórica de la comunidad. Además, la vicepresidenta del Gobierno catalán reprende la medida del Ejecutivo de buscar sanción a través de la modificación de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, pues afirma, el Gobierno de la nación, es el principal incumplidor de la sanciones establecidas por el Constitucional. Así, el gobierno de Cataluña dimitió del mandato del Ejecutivo y afirmó continuará con la resolución secesionista. Este actual hecho histórico, la disputa entre los poderes políticos de España y Cataluña entre una supuesta defensa de la democracia hispana por parte del Ejecutivo y la referida demanda masiva separatista de Cataluña, son el reflejo del nacionalismo Catalán que con el reconocimiento constitucional de comunidades autónomas dentro de España, comenzó a adquirir matices políticos además del resurgimiento cultural. Los nacionalistas catalanes, aquellos que promueven con vehemencia la desconexión democrática, manifiestan que la cultura catalana es diferente e independiente a la española. Mientras tanto, otros autores califican este movimiento como un error por la falta de apreciación de la historia de la naciones y uno que tendrá repercusiones importantes para la economía de la provincia.

Sin duda alguna es difícil tomar una postura en una situación tan controversial como esta. Pareciera ser que cada partidario tiene razones muy bien definidas para defender sus ideales. De mi parte, sólo queda recordar la multiplicidad y diversidad cultural por la cual ha sido marcada España desde sus inicio. Es quizá necesario recordar que después del reino Visigodo, fue el califato de Al Andaluz, actual territorio de Andalucía, el responsable de albergar la convivencia de comunidades provenientes de las tres grandes religiones monoteístas en la actualidad, los judíos, musulmanes y cristianos. Fue la unificación de los reinos de Aragón y Castilla lo que dio por terminada la invasión árabe a la península y que sentó las bases para el establecimiento del Imperio Español. Una nación con tales precedentes históricos, debería ser capaz de determinar de manera pacífica la resolución de los conflictos políticos actuales para que continúen como legado histórico y nación de éxito.

Seguiremos al pendiente de las resoluciones tomadas por el Gobierno español y Catalán, para informar sobre la resolución de nuestros hermanos hispanohablantes.

Autor: Jesús Ortiz – Editor: Lizeth Martínez

Bibliografía: